Los niños pequeños disfrutan discutiendo qué preparar para la cena. Anima a tu hijo a participar en las decisiones sobre la comida, las idas al supermercado y las tareas sencillas en la cocina, ya que todo esto le ayudará a sentirse más involucrado1.
Avísa a tu hijo cuando se acerque la hora de sentarse a comer. Esto le ayudará a establecer su propio sentido de rutina, y también tendrá tiempo para terminar de jugar, sin sentirse apurado1.
Trata de ver la hora de la comida como un momento en el que puedes centrarte en crear vínculos y compartir. Estar juntos en la mesa te dará la oportunidad de mostrarle a tu pequeño que las comidas pueden ser sociables y divertidasi.
Los niños pequeños tienen una capacidad de atención limitada, piensa de manera realista y determina, ¿cuánto tiempo estará tu hijo sentado felizmente en la mesa? Por ejemplo, si notas que está contento durante media hora pero se pone de mal humor después de eso, procura que la hora de la comida no exceda los 30 minutos1.
Desde teléfonos celulares hasta televisores, trata de que las comidas estén libres de tecnología. Cuando los padres modelan hábitos saludables con respecto al uso de las pantallas, es más probable que los niños tengan rutinas saludables2, y tiene un impacto positivo a la hora de comer.
La mayor influencia en los hábitos alimenticios de los hijos son los padres, así que intenta dar un buen ejemplo tomando decisiones saludables; incluye variedades de frutas y verduras frescas, proteínas y cereales integrales en cada comida1.
Asegúrate de incluir al menos un alimento saludable y de su agrado en cada tiempo de comida, de esta forma evitarás que se levante de la mesa sin probar alimento1.
Un gran plato de comida puede ser abrumador incluso para el niño menos quisquilloso. Empieza con un poco de comida y si se termina todo, siempre puedes ofrecer una segunda porción1,3.
El apetito de los niños puede variar de un día para otro, y normalmente son bastante buenos para juzgar cuánto necesitan comer . Si te preocupa que tu hijo no esté comiendo lo suficiente en cuanto a nutrientes o energía, consulta a tu médico.
Ofrece nuevos alimentos continuamente. Introducir nuevos alimentos en el desayuno es una buena opción, ya que es probable que tu hijo tenga más hambre en ese momento. Si tu hijo rechaza el alimento intenta ofrecerlo en otra ocasión1.
Proporcionar un refrigerio a tu hijo muy cerca de las comidas principales puede hacer que pierda el apetito cuando se siente a comer. Las verduras crudas como los palitos de apio y de pepino pueden ser una buena opción, así que se los puedes ofrecer como refrigerio mientras espera el almuerzo o la cena1.
Felicitar o motivar a tu hijo lo ayudará a desarrollar sus preferencias sobre los alimentos. No utilices la comida como recompensa o castigo. Es mejor utilizar el estímulo positivo para ayudarles a formar una relación más saludable con la comida1.
Como padres, puede ser fácil sentir que se está fallando si una comida no salió como se esperaba. Trata de no pensar demasiado en lo que no salió bien y concéntrate en la siguiente comida que siempre está a unas pocas horas de distancia1.
Aunque puedas sentirse frustrada o desanimada porque tu hijo no come lo que le das, intenta comprender que esto es una etapa común en los niños. Con un poco de paciencia y algo de ensayo y error, el comportamiento de tu niño respecto a la comida debería mejorar, dale tiempo1.
Por supuesto, si te preocupa que tu hijo no esté recibiendo los nutrientes que necesita4 o que esté perdiendo peso, visita a tu médico que te dará algunos consejos sobre su alimentación1.
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