Congestión en bebés recién nacidos

¿Has notado que tu bebé tiene mocos o flemas? Ya sea debido a una infección viral o a distintas condiciones en el medio ambiente, estos pueden ser muy molestos para tu pequeño, sobre todo si están haciendo más complicada la labor de respirar. Aunque sabemos que puede ser un momento estresante, aquí te hablamos sobre la congestión y las secreciones nasales, y te contamos qué puedes hacer para ayudar a tu pequeño en esta situación.

Si bien los mocos pueden resultar molestos o incómodos, cumplen un papel importante en el cuerpo de tu pequeño. Las secreciones mucosas recubren los órganos con una capa protectora que protege la entrada de cualquier polvo y/o suciedad, y además, ayuda a combatir las posibles infecciones. Aquí te hablamos sobre algunos de los colores que podrías ver en las secreciones nasales de tu pequeño, y cuáles son algunas de las posibles razones de cada uno de esos tonos.

Sin color: es normal en los bebés que tienen algún tipo de alergia o un resfriado leve. Si tu bebé está produciendo moco más blanquecino, puede que sea el inicio de un resfriado¹.

• Amarillo: El moco amarillo podría indicar que algún virus o infección se está asentando en su sistema. La buena noticia es que su cuerpo está peleando: el color amarillo se produce cuando algunas células están peleando para combatir los gérmenes. Una vez que su cuerpo se haya defendido, expulsará un moco color amarillo oscuro².

• Verde: Si notaste que el moco de tu bebé está especialmente verde y espeso, puede que su sistema inmune esté luchando duramente contra alguna infección; este color proviene de los glóbulos blancos y otros desechos que llegan a la nariz. Una coloración verdosa no siempre es una señal de alarma para correr al pediatra, pero es importante que monitorees la duración de su resfriado. Si notas que se ha extendido por más de 12 días, es momento de programar una cita con su médico².

• Rosa o rojo: La sangre en los mocos de tu bebé pueden darle esa coloración entre rosa y rojo. En muchas ocasiones, esto sucede por irritación en las fosas nasales o por algún pequeño golpe. Si notas esta coloración en tu pequeño (sobre todo, si es menor de dos años), llama a su pediatra para descartar cualquier otra situación².

• Café o naranja: Esto puede indicar la presencia de sangre de hace tiempo que está saliendo del cuerpo. Por otro lado, también puede significar que tu pequeño ha inhalado algo que le dio ese color al moco, como polvo, paprika, etcétera².

• Negro: Compartir hogar con fumadores o la contaminación ambiental podría darle esa coloración al moco de tu bebé. Por otro lado, también podría indicar alguna infección fúngica. En todo caso, no está de más que consultes al pediatra de tu bebé para asegurarte de que todo está en orden².

Aunque todas estas son algunas señales posibles que pueden darte una idea de lo que pasa en el cuerpo de tu pequeño, no olvides que su salud es lo primero. Consulta con tu pediatra para cualquier duda que tengas con la consistencia o coloración de su flujo nasal; sólo él, con base en la historia clínica de tu bebé, puede darte el diagnóstico y la recomendación adecuada según sea el caso.

Hay varias formas en las que puedes ayudar a tu bebé a deshacerse de los mocos o flemas, y al mismo tiempo, apoyarlo con las molestias. Aquí te hablamos de algunas de ellas:

• Utiliza una solución salina: Coloca la cantidad indicada para tu bebé en cada una de sus fosas nasales; inmediatamente después, puedes utilizar una pera de succión para retirar los restos de mucosidad y solución salina. Te recomendamos que pongas una toalla debajo de tu bebé, para que absorba cualquier escurrimiento al momento de aplicar la solución salina. Puedes seguir este procedimiento unos 15 minutos antes de alimentar a tu bebé o antes de llevarlo a la cama; esto le ayudará a calmar las molestias al momento de comer y dormir ³.

Para usar la pera de forma adecuada:

1. Antes de insertarla en la nariz de tu bebé, aprieta la pera, y coloca suavemente la punta en una de sus fosas nasales⁴.
2. Con mucho cuidado, ve liberando presión en el bulbo⁴.
3. Al terminar de succionar ambas fosas, no olvides lavarla bien con agua y jabón⁴.

• Consigue un vaporizador o humidificador: Las soluciones que usan vapor pueden ser muy seguras, siempre y cuando las mantengas lejos del alcance de tu pequeño. Coloca tu vaporizador o humidificador en un lugar donde la brisa alcance a llegar a tu pequeño. No olvides cambiar el agua cada día y secar correctamente tu dispositivo para evitar la proliferación de bacterias³.
• Dale pequeñas palmaditas en el pecho: Éstas pueden ayudarlo con las molestias de la congestión en el pecho. Coloca a tu pequeño boca abajo sobre tus piernas, y dale algunas palmaditas suaves con la palma de tu mano en forma de cuenco. También puedes hacerlo mientras tu bebé está sentado en tu regazo, y mantener su cuerpo inclinado hacia adelante unos 30 grados. Esta estrategia puede ayudar a que la mucosidad de su pecho se afloje, y le facilitará toser⁴.

Además de las recomendaciones que te compartimos, no olvides estar atent@ a estos factores:

• Mantén a tu bebé hidratado. Si tu pequeño continúa con lactancia materna exclusiva, trata de amamantarlo con más frecuencia; por otro lado, si ya cumplió los 6 meses de edad y está iniciando la alimentación complementaria, puedes ofrecerle más agua. Hidratarlo constantemente ayudará a que su nariz y boca se mantengan humectadas⁵.
• Evita los lugares concurridos, donde puede haber una gran proliferación de gérmenes⁵.
• Di no a los sitios donde haya gente fumando, y pídeles que no lo hagan si están cerca de tu bebé⁵.
• Limpia los juguetes de tu bebé con agua y jabón, de manera constante durante el día⁵.

Lee aquí nuestro artículo sobre cómo cuidar de tu bebé enfermo.

Puede ser complicado conocer a ciencia cierta cuál es la diferencia entre un resfriado, un virus o alguna otra infección bacteriana. Es importante que tomes en cuenta que, aunque puede darte una guía sobre las posibles causas de los mocos o flemas de tu pequeño, el color no necesariamente es el mejor indicador sobre cuándo debes acudir al médico. Toma en cuenta la duración de sus síntomas y considera si estos se están agravando².

Si tu pequeño lleva dos semanas o más con mocos y/o flemas, consulta a su pediatra inmediatamente. Sólo a través de una evaluación física, y con base en su historial médico, podrá recomendarte un tratamiento adecuado para sus molestias².

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