Cuelga un móvil en su cuna si no lo has hecho aún.
Escoge uno que tenga formas interesantes y contrastes llamativos (por ejemplo, blanco, negro y rojo) para que tu bebé lo observe.
Coloca un espejo.
Cuelga un espejo resistente y seguro en su campo visual junto al cambiador o cuna para que pueda mirarlo mientras está acostado.
Planea un tiempo para jugar.
Distingue los momentos del día en los cuales tu bebé está más despierto y alerta. Pondrá más atención cuando no esté cansado o con hambre.
No dejes de hacer contacto visual.
Tu bebé sigue siendo un poco miope y puede ver bien a una distancia de entre 20 y 25 centímetros, el espacio justo que hay entre su rostro y el tuyo cuando está en tus brazos.
Exagera tus gestos.
Intenta exagerar tus expresiones faciales al hablarle. Por ejemplo, abre mucho la boca, sonríe enseñando los dientes o levanta las cejas. Estos movimientos mantendrán su atención.
Intenta recostarlo boca abajo.
Cuando tu bebé esté más despierto y alerta, recuéstalo boca abajo durante algunos minutos. Acuéstate junto a él y háblale para que voltee y te mire. Esta actividad estimula el desarrollo de los músculos de su cuello. Los bebés que pasan tiempo recostados boca abajo suelen sostener su cabeza más rápido que aquellos que se quedan despiertos boca arriba.
Haz que se interese por sus juguetes.
Sostén una sonaja o juguete de otro tipo sobre su cabeza, en su campo visual, cuando esté boca arriba y motívalo a alcanzarlo.
Sé la admiradora número uno de tu bebé.
Muestra entusiasmo y emoción cuando comience a emitir sonidos. Respóndele, ya sea en su idioma o con palabras. De esa forma, lo motivas a seguir hablándote.
Habla seguido con tu bebé.
La hora de la comida es el momento perfecto para hacerlo. Cuéntale acerca de tu día, inventa una historia o canta algún tema. No importa lo que digas siempre y cuando lo hagas en un tono alegre y amoroso. Háblale en su idioma si te nace hacerlo. Los bebés responden mucho a este patrón de entonación específico: acentúa las primeras sílabas de las palabras y termina levantado la voz, como si estuvieras haciendo una pregunta (“¡HO-la MI A-moor! ¿CÓOmo ESTáas?”). Es más probable que el bebé responda a la voz de su mamá, ya que el tono es más agudo.
Léele lo que sea y cuando puedas.
A esta edad, el tipo de libro no importa tanto como escuchar la cadencia del lenguaje y de tu voz.
Interpreta sus llantos.
Intenta distinguir entre su llanto insistente por hambre y otros tipos de llanto, como por cansancio o sobreestimulación. El llanto es la principal forma que tiene de comunicarse contigo: mientras más lo escuches, podrás responder mejor a sus necesidades.
Exponlo a otros idiomas.
Si sabes otro idioma, háblalo cuando estés con tu bebé. Los bebés tienen la gran habilidad de aprender más de un idioma, y los bebés bilingües alcanzan las mismas metas de desarrollo lingüístico que los demás y al mismo tiempo. Así que no te preocupes por causarle confusión o retrasos en el habla.
Si sonríe, tú también hazlo.
No solo lo motiva a sonreír más, sino que comenzará a aprender acerca de las relaciones recíprocas y la dinámica de ida y vuelta en una conversación.
Permite que se calme solo.
No es necesario que le prohíbas succionar su dedo o chupón. El reflejo de succión es tranquilizante; de hecho, es probable que haya succionado su dedo desde que estaba en tu vientre. Dale un masaje suave. Usa un poco de aceite para bebé y asegúrate de que se mantenga calientito. Esta actividad promueve los lazos afectivos y fortalece su sentido de seguridad.
Busca maneras fáciles de conectarte con tu bebé.
Dale besos en la pancita o haz trompetillas mientras le cambias el pañal para favorecer la conexión entre ambos.
La delgada línea entre el llanto normal y el cólico.
¿Por qué mi bebé llora tanto?
El llanto de un bebé puede ser estresante para los nuevos padres. Te hace sentir que algo está mal cuando lo único que quieres es que tu bebé esté bien todo el tiempo. No te lo tomes personal. Todos los bebés lloran. Es la única forma que tienen de comunicarse a esta edad.
Lloran para expresar hambre o cansancio (¡con mucha frecuencia!), o que se sienten sucios o incómodos por algún otro motivo. También lloran para decir “Estoy aburrido” o “¿Dónde estás?” Con el tiempo, aprenderás a interpretar los llantos de acuerdo con el ritmo, el tono y otras señales; por ejemplo, cuando es hora de comer, comienza a mover sus labios.
Los bebés también lloran cuando se sobreestimulan o cuando quieren dejar de percibir ruidos, imágenes o interacciones que les resultan abrumadores. Incluso, se cree que el llanto es una forma de descargar la tensión que acumulan durante el día, lo cual puede ser la razón por la que lloran con mayor frecuencia e irritabilidad durante las tardes y noches.
Aproximadamente, la mitad de los bebés se sienten irritables y lloran una hora al día; sin embargo, muchos lloran de dos a tres horas diarias, lo cual es perfectamente normal durante los primeros meses. Por lo general, el llanto aumenta las primeras semanas de vida y alcanza su punto máximo a las 6 semanas, cuando pueden llorar hasta tres horas diarias. En esa etapa, aproximadamente una quinta parte de los bebés padece cólicos, que se caracterizan por llantos prolongados y frecuentes que duran más de tres horas diarias, y cuya causa sigue siendo incierta. Algunos expertos creen que se debe a la inmadurez del sistema nervioso; también se dice que puede estar relacionado con alguna sensibilidad a los alimentos. Si crees que tu bebé tiene cólicos, coméntalo con su pediatra.
La nutrición de tu bebé: derribando mitos
Es probable que cada vez te sientas más cómoda alimentando a tu bebé. Sin embargo, quizá sigas escuchando opiniones contradictorias respecto a la mejor manera de hacerlo. Estos son los consejos de los expertos.
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