Según la Organización Mundial de la Salud, OMS, la atención prenatal se define como “la asistencia prestada por profesionales de salud capacitados a mujeres embarazadas, con el objeto de garantizar las mejores condiciones de salud tanto para la madre como para el feto durante el embarazo”.1.
Los componentes de la atención prenatal son: el reconocimiento de posibles riesgos, la prevención de cualquier complicación, el tratamiento de enfermedades y la promoción de la educación en salud y de la salud.1
Si tu médico recomienda que te realices exámenes, debes preguntar los riesgos y beneficios. La realización de ciertos exámenes te dará un panorama más claro de la llegada de tu bebé, pero es tu decisión hacerlos o no.
Los primeros exámenes que un ginecólogo suele pedir son los que confirma tu embarazo , y los que le permiten saber si tu bebé podría tener algún riesgo de salud o no.
Durante la primera visita médica de una embarazada, el médico ofrece información general y realiza un examen físico completo, que incluye el control de peso, revisión de la presión sanguínea y examen pélvico. Igualmente, se puede realizar el Papanicolaou de rutina. Este examen ayudará a detectar cambios en las células del cuello uterino que podrían provocar cáncer y también podrá detectar si existen enfermedades de transmisión sexual.2
Los exámenes de laboratorio que suelen solicitarse en la primera consulta son:
Con estos exámenes, además de confirmar el embarazo, se pueden saber el tipo de sangre y factor Rh, diagnóstico de anemia, hepatitis B, sífilis, VIH, inmunidad a la rubéola, varicela y si existe fibrosis quística y atrofia muscular espinal. Se pueden concluir muchos diagnósticos de todos estos análisis, incluso padecimientos que no estén relacionados con un embarazo.2
Durante el primer trimestre de embarazo, tú como mamá deberás realizarte otros exámenes según tu edad, estado de salud, antecedentes médicos, entre otros.
El examen ecográfico se emplea como diagnóstico en una diversidad de circunstancias durante el embarazo, por ejemplo, cuando existen dudas sobre el crecimiento fetal y después de complicaciones clínicas. Sin embargo, puesto que los resultados adversos también pueden ocurrir en embarazos sin factores de riesgo claros, se ha supuesto que practicar la ecografía prenatal en todos los embarazos sería útil, pues facilita una detección más precoz de problemas que tal vez no son evidentes como los embarazos múltiples, el retraso del crecimiento intrauterino, las anomalías congénitas, una presentación anormal o placenta previa. Además, permite una estimación exacta de la edad gestacional, con lo cual alguna intervención o simplemente dar el tratamiento en el momento adecuado, puede ayudar a prevenir complicaciones que surjan en un embarazo.1,2
Para elaborar algún examen relacionado al consejo genético existen dos métodos de diagnóstico prenatal: invasivo y no-invasivo.3
Dentro de las alternativas no-invasivas está la ecografía y el examen de ADN libre fetal en sangre materna. Aquí se examina el ADN del feto presente en la sangre de la mamá y sirve para saber si hay algún problema cromosómico. Se puede hacer a partir de la semana 10 y es recomendable realizarlo en mujeres que tienen un riesgo por la edad o que tienen un bebé previo con anomalía cromosómica.3
Un ejemplo del método invasivo es la biopsia de vellosidades coriónicas. Con este examen se puede saber si existen complicaciones con el cromosoma del bebé y si hay probabilidades de que tenga Síndrome de Down. Se hace entre las 11 y 14 semanas de embarazo.3
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