La Academia Americana de Medicina para el Sueño recomienda la siguiente cantidad de horas de sueño dependiendo de la edad del bebé.
Tu bebé necesita su propio espacio para dormir. Muchos papás deciden dormir a su bebé en su habitación para tenerlo más cerca en caso de que necesite algo, esta práctica está recomendada por expertos. Lo que no está recomendado es dormir a los bebés en la misma cama, ya que puede aumentar el riesgo de síndrome de muerte súbita infantil.
Ya sea en tu habitación o en la de tu bebé, te recomendamos seguir las siguientes instrucciones.
Tu bebé necesita su propia cuna, colecho o espacio para dormir.
Siempre acuéstalo boca arriba, desde que se introdujo está práctica recomendada por la Asociación Americana de Pediatría en 1992, se redujo el índice de muerte súbita infantil, así que evita ponerlo de lado o boca abajo.
Usa un colchón o superficie firme para acostarlo y ponle una sábana a la base.
No dejes juguetes, almohadas, peluches ni nada en el área en donde tu bebé estará acostado.
Viste a tu bebé de acuerdo con la temperatura de la habitación. Cuida que no se le suba la temperatura, sude o se sienta caliente al tocarlo.
Llora, se frota los ojos o hace berrinche. Intenta llevarlo a la cama antes de que se quede dormido, debe ser cuando esté somnoliento. Es importante aprender a reconocer las señales de cansancio de tu bebé.
Algunas razones de llanto pueden ser: Hambre, tiene sueño y quiere cambiar de posición, comió mucho, pañal sucio, cólico o irritabilidad.
Si tu bebé llora mucho es importante que te tomes 5 minutos para relajarte, pedir ayuda a tu pareja o algún familiar, se vale pedir ayuda.
Dejar una lamparita de noche encendida. Si tu hijo ya es mayor de 18 meses, puedes permitir que se lleve a la cama su objeto favorito (puede ser un peluche o una manta), solo asegúrate de que no tenga botones, listones ni nada que pueda ocasionar una asfixia.
No, tu bebé tiene la capacidad de auto calmarse y probablemente después de unos minutos sea capaz de volver a dormirse, esta autorregulación es algo que van desarrollando con el tiempo y que es importante para el desarrollo de su inteligencia emocional. Considera que si tu bebé está llorando porque está enfermo o tiene dolor, debes acudir inmediatamente con él.
Seguramente llora porque tiene miedo de estar alejado de ti, los expertos lo llaman “ansiedad de separación”. Háblale con una voz tranquila y frota su espalda o cabeza para que se sienta acompañado, no debes sacarlo de la cama. En cuanto se calme intenta salir de la habitación, tu hijo poco a poco irá entendiendo que estás en el cuarto de al lado y que no hay nada que temer.
Para algunos niños les funciona si les dejas un peluche o una cobija especial, los ayuda a sentirse seguros cuando apagas la luz. Es importante que no dejes llorar a tu bebé por periodos muy largos, es importante que se sienta querido y seguro.
Lo más importante es que mantengas el cuarto oscuro y tranquilo. No lo estimules ni lo entretengas con nada. Háblale con una voz tranquila y frota su espalda o cabeza para que se sienta acompañado y se quede dormido de nuevo2.
Debes poner reglas, una vez acostado ya no puede salir de su habitación. Si comienza a gritar cierra la puerta y explícale que no puedes abrir hasta que logre calmarse.
Si sale de la habitación, no discutas con él; pídele que vuelva a su cama y cuando esté acostado explícale que es momento de dormir.
Si tu hijo se va a tu cama debes regresarlo en cuanto te des cuenta, a menos de que sea porque tiene miedo. Si no puede dormir, aconséjale que lean un libro juntos en su habitación para no despertar a otros miembros de la familia.
Siempre felicítalo por calmarse por sí mismo y quedarse dormido.
Los niños se escapan de su cuna simplemente porque pueden hacerlo. Si lo hace, debes ponerlo de vuelta y explicarle que es momento de dormir. Probablemente tengas que hacer esto varias veces hasta que se acostumbre.
Aunque depende de cada niño, normalmente sucede a los 2 o 3 años. Debes hacerlo cuando tu bebé se encuentre emocionalmente listo y sea físicamente capaz de bajarse de la cama con cuidado. ¡No hay prisa!
Dedica tiempo de calidad para ambos. A la hora de empezar la rutina de sueño, pídele a tu hijo mayor que haga alguna actividad para que se entretenga en lo que tú estás con tu bebé.
Cuando vayas a acostar al bebé, pídele a tu hijo mayor que no entre a la habitación o que lo haga en silencio.
Explícale a tu hijo mayor que el bebé puede despertarse durante la noche y que no debe preocuparse. Tú te encargarás de cuidarlo y atenderlo (los niños pequeños normalmente no se despiertan cuando llora su hermano menor).
La recomendación es que cada uno tenga su propia cama o cuna.
No querer ir a dormir es normal; a esta edad, ¡los niños están llenos de energía! Puede ser que la hora en la que lo acuestas es muy temprano para él; intenta mover su horario unas horas más tarde.
Las pesadillas normalmente suceden durante la segunda mitad de la noche (cuando el sueño es más profundo). Tu hijo puede levantarse llorando o muy asustado y puede costarle trabajo volver a dormirse. Te dejamos algunos consejos sobre lo que puedes hacer para ayudarlo:
Ve a su habitación lo más pronto posible.
Asegúrate de que él sepa que estás ahí y que no vas a dejar que nada lo lastime.
Invítalo a que te cuente sobre su sueño, recuérdale que los sueños no son reales.
Enciende una lámpara de noche para que se sienta acompañado.
Una vez que se sienta más tranquilo, pídele que intente volver a dormirse.
Revisa si hay algo que pueda asustarlo en su habitación y corrígelo, sombras por ejemplo.
Estos ocurren a los niños de entre 1 a 5 años. Normalmente aparecen casi en cuanto se duermen (los papás normalmente siguen despiertos) y el niño está durmiendo. Los terrores nocturnos no duran más de 45 minutos y los niños se vuelven a dormir casi inmediatamente. A diferencia de una pesadilla, tu hijo no va a recordar lo que sucedió cuando despierte. Si esto le está sucediendo a tu hijo, debes mantener la calma; es normal que los papás se asusten más que los niños. No trates de despertarlo y asegúrate de que no haya nada cerca con lo que pueda lastimarse.
Lloran inconsolablemente.
Sudan, tiemblan y respiran agitadamente.
Se mueven mucho, gritan y hasta pueden patear.
No reconocen a las personas y pueden no darse cuenta de que están ahí.
Empujan a quien se les acerca o los toca..
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